Aunque muchos lo hubieran hecho mejor, no quiero que una mal entendida humildad, prive a nadie especialmente a los pobres y sencillos, del mayor bien que puedo ofrecerles: un encuentro con Jesucristo Resucitado, a través de su Palabra, que nos habla, con toda claridad y firmeza, de nuestro destino feliz más allá de las fronteras de la muerte.