Según el autor, el valor del viejo humanismo radica en que sus lecciones no sólo han fundado la tradición de Occidente, sino que conectan "más y mejor que las enseñanzas modernas" con lo más alto y granado de la sabiduría universal. Más que una filosofía propiamente dicha, el humanismo es un programa cultural y educativo para la formación humana y una manera de ver el mundo: una percepción determinada de la escala de valores y una adhesión intelectual y sentimental a una larga y riquísima tradición cultural que la sustenta.