Claude Dufour, explorador francés, recibe atónito la carta de un amigo, Julien de Marivaux, muerto trece años antes en la expedición a Canarias de 1724 que situó El Meridiano de Origen en la Isla de El Hierro y midió el Teide por primera vez. Así se despertaron todos los secretos que les unió a Emilia, la joven canaria que encendió los desvelos de ambos jóvenes.