La decodificación biológica, hasta ahora, viene nutriéndose de descubrimientos que se basan en lo empírico de la consulta: va una persona a ver a un decodificador por una enfermedad, comportamiento o condición particular y es tarea del terapeuta hallar la lógica del problema para poder así desarmarlo; a medida que se van encontrando respuestas, se va generando una base de datos que les permite a los demás decodificadores dar más fácilmente con la raíz emocional de las patologías. Ese fue el origen del Libro azul de la decodificación biológica (Editorial Kier, 2015), que sigue siendo, en español, la referencia casi obligada de la disciplina. Por supuesto, con este método se necesitan muchos años para encontrar la gran mayoría de los conflictos que pueden afectar al ser humano. Es por eso por lo que aplicamos una técnica diferente: el análisis de sistemas. Aprovechando esta técnica de estudio, nos podemos permitir investigar a fondo todas las patologías y las distintas variantes y tonalidades que adquieren. Obviamente, el universo de enfermedades, comportamientos, afecciones, signos y síntomas es muy amplio y