Cada vez que nos han rechazado, cada vez que hemos aguantado en un trabajo que odiábamos o no nos hemos atrevido a confesar quién nos gustaba. Todas las veces que hemos luchado por una injusticia y las que no hemos podido hacernos entender. Esos días en los que hemos salido del armario y en los que hemos tenido que fingir para que no se notara. En cada ocasión en la que hemos empezado de cero o nos hemos visto en la obligación de continuar como única forma de parar.