Gabriel Rancel es uno de los últimos poetas populares de Canarias. Su poesía se inspira en el vivir cotidiano de la gente campesina, en su lucha histórica para ganar el sustento de su familia, en la observación de la naturaleza y el paisaje agrario isleño. Con Adiós huellas de mi gente, el poeta inicia una migración que va desde el pasado, vinculado a la agricultura, la ganadería y los ciclos de la naturaleza, a un presente urbano, cementado e individualista. Los poetas populares están determinados a mantener la esperanza de los pueblos campesinos, a ser los últimos en abandonar el barco, en renunciar a la lucha, en descuidar las causas. Es imprescindible tener a mano un poeta como Gabriel Rancel que sostenga la luz y anime el camino a los más rezagados.