El monstruoso Minotauro del mito habrá de transmutarse en libidinoso y obeso oso afecto a la paidofilia, los martinis con aceituna rellena de anchoas y pasear su despótica mole por los antros del comercio carnal a lomos de una vespa. Ángel Sánchez despliega, una vez más, su destreza y su incisivo humor para diseccionar los entresijos infamantes y las bajezas de un universo narrativo en el que pululan cambulloneros, esbirros de medio pelo, funcionarios venales, oligarcas cerriles y, particularmente, la colonia de comerciantes indostánicos de Tres Palmas, urdidora de una madeja hilada en la rueda del Karma que devendrá maraña gordiana donde se embrollan empeños y despropósitos.