En los momentos de creación narrativa queda en suspenso el ámbito cotidiano. La escritura es una energía que no necesita anécdota para conformar el relato. Contiene un momento, nacido de un impulso, que podrá, o no, relatarse posteriormente.
Su obra se puebla de personajes problemáticos y excéntricos que salen al encuentro de la verdad. Una verdad que, como todo espejismo, es inalcanzable. El ser humano es incapaz de contener y de comprender el anhelado conocimiento, pues todo razonamiento es vacío y la raíz de todo se encuentra en el «yo», que se constituye en el epicentro del quehacer narrativo.
Este segundo volumen contiene: Pulsatila, Tassili, Carpanel y El cafetín.